16/07/2023
7 min lectura
Claves de la Cumbre de la OTAN en Vilna
16 de julio 2023
Los días 11 y 12 de julio, se celebró en Vilna la Cumbre de la Alianza, con una agenda centrada en la disuasión y la defensa, así como en el apoyo a Ucrania y el intercambio de opiniones sobre el camino para la futura adhesión de Kiev. En esta ocasión, la reunión anual más importante de la OTAN se caracterizó por la fuerte unión interna frente a la agresión rusa —tras más de 500 días desde el comienzo de la guerra—, que ha demostrado, como señaló el presidente Biden que «la OTAN es más fuerte, tiene más energía y sí, está más unida que nunca en la historia», en un momento vital de especial relevancia para nuestro futuro común. Todo ello, y como recoge el Comunicado oficial de la Cumbre de Vilna, con la clara pretensión de «reafirmar nuestro duradero vínculo transatlántico, nuestra unidad, cohesión y solidaridad en un momento crítico para nuestra seguridad y la paz y estabilidad internacionales».
Nuevos aliados y presencia de socios clave
Esta cumbre histórica, celebrada en Lituania contó con la participación de Finlandia, que acudía por primera vez como aliado, y con la asistencia de Suecia, cuya membresía está previsto que ratifique próximamente el parlamento turco.
En la Segunda sesión de trabajo participaron los socios del Indo-Pacífico (AP-4): Australia, Japón, Nueva Zelanda y Corea del Sur, y de la UE: el Presidente del Consejo y la Presidenta de la Comisión.
La tercera sesión, en la que participó el presidente de Ucrania Volidimir Zelensky, se reunió el Consejo OTAN – Ucrania donde se abordó el futuro de la seguridad de Ucrania y su relación con la OTAN.
Apoyo aliado unánime a Ucrania. Nuevas medidas
Como estaba previsto, Ucrania ha ocupado un lugar prioritario en la Cumbre, en la que los aliados han reafirmado su voluntad unánime de apoyar a Kiev el tiempo que sea necesario, y han enviado un mensaje claro al pueblo ucraniano: «El futuro de Ucrania está en la OTAN».
Como parte de la hoja de ruta, la Alianza acordó un paquete para Ucrania conformado por tres elementos: un programa de asistencia plurianual, para aumentar la interoperabilidad de las fuerzas ucranianas con las de OTAN; el establecimiento del Consejo OTAN-Ucrania —cuya reunión inaugural tuvo lugar durante la Cumbre—; y la supresión del Plan de Acción de Membresía (acordado en Bucarest en 2008) para pasar, de un proceso de dos pasos, a uno de un único paso. Además, se decidió que el progreso de Kiev se evaluara regularmente a través del Programa Nacional Anual adaptado.
Por otra parte, la OTAN anunció un nuevo envío de ayuda militar y financiera a Kiev. Así, entre otros países, Alemania informó del envío de un nuevo paquete de ayuda militar de cerca de 700 millones de euros, al tiempo que Noruega anunció en Vilna la entrega de una ayuda militar adicional militar valorada en unos 240 millones y Francia el inicio de un programa de suministro de misiles de largo alcance. Asimismo, el presidente Pedro Sanchez, en su visita a Kiev el pasado 1 de julio, anunció que el suministro de armas por parte de España a Ucrania continuará.
Adicionalmente, los miembros del G7 —EEUU, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y Canadá— emitieron una declaración conjunta en la que todos se comprometieron a trabajar con Ucrania mediante «acuerdos y compromisos de seguridad específicos, bilaterales y a largo plazo» para garantizar una fuerza sostenible capaz de defender Ucrania; fortalecer la estabilidad económica y la resiliencia de Ucrania, incluida la reconstrucción; y, por último, brindar apoyo técnico y financiero al país.
Por su parte, también España, junto a otros países, decidieron adherirse a la declaración, que abre las puertas para definir los términos de la ayuda en caso de un futuro ataque armado ruso.
Refuerzo de la disuasión y la defensa
En línea con el enfoque de 360 grados de la Alianza, la Cumbre ha reforzado también la disuasión y la defensa en todos los dominios de tierra, mar, aire y ciberespacio. A tal fin, los aliados han adoptado los planes de defensa más completos desde el final de la Guerra Fría. Con este objetivo, la coalición ha acordado un plan de acción sobre la producción de defensa, para acelerar el proceso de compra común, fortalecer la capacidad industrial y aumentar la interoperabilidad entre los aliados. En este contexto, la Alianza destacó la importancia de la defensa aérea y de misiles integrada, como clave para la disuasión y una defensa creíble. Asimismo, destacó especialmente el compromiso de todos los aliados de contribuir con, al menos, el 2 % de su PIB anual a los gastos en defensa.
Junto a ello, se acordó la renovación de la estructura de mando y control, para que sea «lo suficientemente ágil, resistente y con personal para ejecutar» los planes. Esta nueva estructura adaptada, tal y como ha señalado el presidente del gobierno, «deberá ser capaz de efectuar la transición de paz, a la de crisis y conflicto».
Por otra parte, y en línea con las decisiones tomadas en la Cumbre de Madrid, la Alianza reafirmó su intención de reforzar el Flanco Oriental y ampliar los grupos de combate. En este sentido, el presidente Sánchez subrayó que España continuará contribuyendo al esfuerzo aliado hasta lograr una paz justa y duradera, sin abandonar el espíritu de compromiso y solidaridad con la defensa colectiva de la OTAN. Como muestra de este compromiso, anunció que España reforzará sustancialmente su presencia en Rumanía y liderará el Grupo de Combate en Eslovaquia, desplegando sus fuerzas por primera vez en este país con 700 militares, e incrementar en 250 efectivos en Rumanía.
La preocupación por el avance del terrorismo fue otra de las cuestiones que compartieron los aliados, con especial mención a las amenazas de índole yihadista y armada provenientes de la vecindad sur de la OTAN: Sahel, Norte de África y Oriente Próximo. Como destacaron los aliados en el comunicado final, esta amplía región «se enfrenta a desafíos de seguridad, demográficos, económicos y políticos interconectados, que se ven agravados por el impacto del cambio climático, la fragilidad de las instituciones, las emergencias sanitarias y la inseguridad alimentaria». Todo ello «proporciona un terreno fértil para la proliferación de organizaciones terroristas y grupos armados». Además, denunciaron la «interferencia desestabilizadora» de competidores estratégicos con una denuncia expresa a la actuación de Rusia en la zona, que alimenta las tensiones y la inestabilidad.
La región del Indo Pacífico —representada por varios de sus líderes— fue otro de los puntos centrales en Vilna, porque, como subrayó el secretario general Stoltenberg, «lo que sucede en el Indo-Pacífico es importante para Europa, y lo que sucede en Europa es importante para el Indo-Pacífico». En cuanto a los Balcanes, los Aliados destacaron la importancia estratégica de la región para la OTAN, así como su apoyo a la soberanía e integridad territorial de Bosnia y Herzegovina, Georgia y Moldavia.
China y Rusia
Rusia y China ocuparon un puesto destacado en la agenda de la Cumbre. En su comunicado, la Alianza considera a Rusia como «la amenaza más significativa y directa para la seguridad de los aliados, y para la paz y la estabilidad en la zona euroatlántica», al tiempo que denuncia la intensificación de sus acciones híbridas. En concreto, preocupa la modernización de su arsenal nuclear, la «retórica nuclear irresponsable» y el avance de su integración militar con Bielorrusia; además del posible despliegue de compañías militares privadas y de armas nucleares en territorio bielorruso. Además, los aliados condenaron la retirada de Rusia del tratado New Start, sobre reducción de armas estratégicas. Pese a ello, la posición de la OTAN no es de confrontación y así reiteró en su comunicado que la Alianza «no representa una amenaza para Rusia» y mostró su disposición a mantener abiertos los canales de comunicación con Moscú.
Por último, la Alianza mostró su inquietud por el desafío que suponen «las ambiciones y las políticas coercitivas de China a los intereses, seguridad y valores de la Alianza», y también por la expansión del arsenal nuclear chino. En este sentido, denunció la amplia gama de herramientas que China emplea para aumentar su presencia y poder global, y advirtió de la profundización de su asociación estratégica con Rusia. No obstante, los aliados reiteraron su disposición a un «compromiso constructivo» con Pekín; pues, como reafirmó Stoltenberg, «China no es nuestro adversario» y es necesario continuar con nuestro compromiso mutuo.
16 de julio 2023
Los días 11 y 12 de julio, se celebró en Vilna la Cumbre de la Alianza, con una agenda centrada en la disuasión y la defensa, así como en el apoyo a Ucrania y el intercambio de opiniones sobre el camino para la futura adhesión de Kiev. En esta ocasión, la reunión anual más importante de la OTAN se caracterizó por la fuerte unión interna frente a la agresión rusa —tras más de 500 días desde el comienzo de la guerra—, que ha demostrado, como señaló el presidente Biden que «la OTAN es más fuerte, tiene más energía y sí, está más unida que nunca en la historia», en un momento vital de especial relevancia para nuestro futuro común. Todo ello, y como recoge el Comunicado oficial de la Cumbre de Vilna, con la clara pretensión de «reafirmar nuestro duradero vínculo transatlántico, nuestra unidad, cohesión y solidaridad en un momento crítico para nuestra seguridad y la paz y estabilidad internacionales».
Nuevos aliados y presencia de socios clave
Esta cumbre histórica, celebrada en Lituania contó con la participación de Finlandia, que acudía por primera vez como aliado, y con la asistencia de Suecia, cuya membresía está previsto que ratifique próximamente el parlamento turco.
En la Segunda sesión de trabajo participaron los socios del Indo-Pacífico (AP-4): Australia, Japón, Nueva Zelanda y Corea del Sur, y de la UE: el Presidente del Consejo y la Presidenta de la Comisión.
La tercera sesión, en la que participó el presidente de Ucrania Volidimir Zelensky, se reunió el Consejo OTAN – Ucrania donde se abordó el futuro de la seguridad de Ucrania y su relación con la OTAN.
Apoyo aliado unánime a Ucrania. Nuevas medidas
Como estaba previsto, Ucrania ha ocupado un lugar prioritario en la Cumbre, en la que los aliados han reafirmado su voluntad unánime de apoyar a Kiev el tiempo que sea necesario, y han enviado un mensaje claro al pueblo ucraniano: «El futuro de Ucrania está en la OTAN».
Como parte de la hoja de ruta, la Alianza acordó un paquete para Ucrania conformado por tres elementos: un programa de asistencia plurianual, para aumentar la interoperabilidad de las fuerzas ucranianas con las de OTAN; el establecimiento del Consejo OTAN-Ucrania —cuya reunión inaugural tuvo lugar durante la Cumbre—; y la supresión del Plan de Acción de Membresía (acordado en Bucarest en 2008) para pasar, de un proceso de dos pasos, a uno de un único paso. Además, se decidió que el progreso de Kiev se evaluara regularmente a través del Programa Nacional Anual adaptado.
Por otra parte, la OTAN anunció un nuevo envío de ayuda militar y financiera a Kiev. Así, entre otros países, Alemania informó del envío de un nuevo paquete de ayuda militar de cerca de 700 millones de euros, al tiempo que Noruega anunció en Vilna la entrega de una ayuda militar adicional militar valorada en unos 240 millones y Francia el inicio de un programa de suministro de misiles de largo alcance. Asimismo, el presidente Pedro Sanchez, en su visita a Kiev el pasado 1 de julio, anunció que el suministro de armas por parte de España a Ucrania continuará.
Adicionalmente, los miembros del G7 —EEUU, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y Canadá— emitieron una declaración conjunta en la que todos se comprometieron a trabajar con Ucrania mediante «acuerdos y compromisos de seguridad específicos, bilaterales y a largo plazo» para garantizar una fuerza sostenible capaz de defender Ucrania; fortalecer la estabilidad económica y la resiliencia de Ucrania, incluida la reconstrucción; y, por último, brindar apoyo técnico y financiero al país.
Por su parte, también España, junto a otros países, decidieron adherirse a la declaración, que abre las puertas para definir los términos de la ayuda en caso de un futuro ataque armado ruso.
Refuerzo de la disuasión y la defensa
En línea con el enfoque de 360 grados de la Alianza, la Cumbre ha reforzado también la disuasión y la defensa en todos los dominios de tierra, mar, aire y ciberespacio. A tal fin, los aliados han adoptado los planes de defensa más completos desde el final de la Guerra Fría. Con este objetivo, la coalición ha acordado un plan de acción sobre la producción de defensa, para acelerar el proceso de compra común, fortalecer la capacidad industrial y aumentar la interoperabilidad entre los aliados. En este contexto, la Alianza destacó la importancia de la defensa aérea y de misiles integrada, como clave para la disuasión y una defensa creíble. Asimismo, destacó especialmente el compromiso de todos los aliados de contribuir con, al menos, el 2 % de su PIB anual a los gastos en defensa.
Junto a ello, se acordó la renovación de la estructura de mando y control, para que sea «lo suficientemente ágil, resistente y con personal para ejecutar» los planes. Esta nueva estructura adaptada, tal y como ha señalado el presidente del gobierno, «deberá ser capaz de efectuar la transición de paz, a la de crisis y conflicto».
Por otra parte, y en línea con las decisiones tomadas en la Cumbre de Madrid, la Alianza reafirmó su intención de reforzar el Flanco Oriental y ampliar los grupos de combate. En este sentido, el presidente Sánchez subrayó que España continuará contribuyendo al esfuerzo aliado hasta lograr una paz justa y duradera, sin abandonar el espíritu de compromiso y solidaridad con la defensa colectiva de la OTAN. Como muestra de este compromiso, anunció que España reforzará sustancialmente su presencia en Rumanía y liderará el Grupo de Combate en Eslovaquia, desplegando sus fuerzas por primera vez en este país con 700 militares, e incrementar en 250 efectivos en Rumanía.
La preocupación por el avance del terrorismo fue otra de las cuestiones que compartieron los aliados, con especial mención a las amenazas de índole yihadista y armada provenientes de la vecindad sur de la OTAN: Sahel, Norte de África y Oriente Próximo. Como destacaron los aliados en el comunicado final, esta amplía región «se enfrenta a desafíos de seguridad, demográficos, económicos y políticos interconectados, que se ven agravados por el impacto del cambio climático, la fragilidad de las instituciones, las emergencias sanitarias y la inseguridad alimentaria». Todo ello «proporciona un terreno fértil para la proliferación de organizaciones terroristas y grupos armados». Además, denunciaron la «interferencia desestabilizadora» de competidores estratégicos con una denuncia expresa a la actuación de Rusia en la zona, que alimenta las tensiones y la inestabilidad.
La región del Indo Pacífico —representada por varios de sus líderes— fue otro de los puntos centrales en Vilna, porque, como subrayó el secretario general Stoltenberg, «lo que sucede en el Indo-Pacífico es importante para Europa, y lo que sucede en Europa es importante para el Indo-Pacífico». En cuanto a los Balcanes, los Aliados destacaron la importancia estratégica de la región para la OTAN, así como su apoyo a la soberanía e integridad territorial de Bosnia y Herzegovina, Georgia y Moldavia.
China y Rusia
Rusia y China ocuparon un puesto destacado en la agenda de la Cumbre. En su comunicado, la Alianza considera a Rusia como «la amenaza más significativa y directa para la seguridad de los aliados, y para la paz y la estabilidad en la zona euroatlántica», al tiempo que denuncia la intensificación de sus acciones híbridas. En concreto, preocupa la modernización de su arsenal nuclear, la «retórica nuclear irresponsable» y el avance de su integración militar con Bielorrusia; además del posible despliegue de compañías militares privadas y de armas nucleares en territorio bielorruso. Además, los aliados condenaron la retirada de Rusia del tratado New Start, sobre reducción de armas estratégicas. Pese a ello, la posición de la OTAN no es de confrontación y así reiteró en su comunicado que la Alianza «no representa una amenaza para Rusia» y mostró su disposición a mantener abiertos los canales de comunicación con Moscú.
Por último, la Alianza mostró su inquietud por el desafío que suponen «las ambiciones y las políticas coercitivas de China a los intereses, seguridad y valores de la Alianza», y también por la expansión del arsenal nuclear chino. En este sentido, denunció la amplia gama de herramientas que China emplea para aumentar su presencia y poder global, y advirtió de la profundización de su asociación estratégica con Rusia. No obstante, los aliados reiteraron su disposición a un «compromiso constructivo» con Pekín; pues, como reafirmó Stoltenberg, «China no es nuestro adversario» y es necesario continuar con nuestro compromiso mutuo.