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Somalia-Etiopía: Crisis en el Cuerno de África

Somalia
Somalia-Etiopía: Crisis en el Cuerno de África
30 de enero 2024

El 1 de enero de 2024, Etiopía y la región somalí de Somalilandia —un antiguo protectorado británico, que autoproclamó su independencia de Somalia en 1991, pero sin reconocimiento internacional alguno— firmaron un Memorándum de Entendimiento (MoU, por sus siglas en inglés), que ha provocado una importante crisis política en el Cuerno de África, que puede afectar a la estabilidad y la seguridad regional. Este acuerdo, cuyo texto completo no ha sido difundido, establece que Somalilandia arrendará a Etiopía unos 20 kilómetros de su costa del mar Rojo, alrededor de la estratégica ciudad portuaria de Berbera, por un periodo de 50 años. A cambio, el MoU —como reconoce Addis Ababa— incluye una cláusula por la que Etiopía podría valorar, en el futuro, el reconocimiento de la independencia de Somalilandia, lo que convertiría al país africano en el primer Estado miembro de Naciones Unidas en hacerlo.

Según el gobierno federal de Etiopía, este acuerdo les otorga «la oportunidad de establecer una base naval y servicios marítimos comerciales en el Golfo de Adén»; pero, de forma inmediata, ha provocado la denuncia de Somalia, un país oficialmente dividido en siete estados federales, incluido Somalilandia, a la que considera una parte integrante del país, a pesar de que goza de una amplia autonomía efectiva. Por este motivo, el gobierno somalí ha prometido oponerse por todos los medios legales a lo que considera una «agresión» y una «violación flagrante de su soberanía»; y exige a las partes firmantes que desistan de este acuerdo. Al tiempo, propone a Etiopia resolver esta disputa de forma negociada, pero —al tiempo— el presidente somalí, Hassan Sheikh Mohamud, ha subrayado que «defenderemos nuestro país, lo defenderemos por todos los medios necesarios y buscaremos el apoyo de cualquier aliado dispuesto a ayudarnos», e hizo un llamamiento a los jóvenes «para que se preparen para la defensa de nuestro país».

Lejos de retractarse del acuerdo, y a pesar del unánime rechazo internacional al mismo, Etiopía ha mostrado su determinación a implantar todas sus cláusulas. Hace un año, el primer ministro etíope, Abiy Ahmed, declaró que el acceso al mar era una cuestión existencial. Etiopía perdió sus puertos cuando Eritrea se independizó en 1993, y hoy es el país sin salida al mar más poblado del mundo. Al respecto, Abiy enfatizó recientemente que «se espera que para el año 2030, Etiopía tenga una población de 150 millones de personas, ese número no puede vivir en una prisión geográfica. Permitir la secesión de Eritrea fue un gran error histórico». Por su parte, en una entrevista televisiva, el presidente de Somalilandia, Muse Bihi Abdi, ha querido matizar que el acuerdo solo otorga a Etiopía una base naval en el mar Rojo, que «es estrictamente para fines militares y no implica ninguna actividad comercial o de transporte de mercancías. Por lo tanto, la oposición a este acuerdo dentro de Somalia parece basarse en información distorsionada».

Reacción internacional: apoyo a la soberanía nacional de Somalia

Desde que se conoció el acuerdo, Somalia ha reiterado su llamamiento a toda la comunidad internacional —especialmente, a Naciones Unidas, la Unión Africana, la Liga Árabe y la Organización de Cooperación Islámica— con el objetivo de defender su integridad territorial e instar a Etiopía a respetar las normas internacionales establecidas. En respuesta, la reacción internacional ha sido unánime, y ningún país ha respaldado públicamente el acuerdo portuario. Entre otros, la Unión Europea, la Unión Africana, la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo (IGAD), la Liga Árabe, Estados Unidos, China, Egipto y Turquía han pedido que se respete la soberanía somalí; mientras que Naciones Unidas —en palabras de su secretario general, Antonio Guterres— reclama diálogo para resolver la tensión creciente entre Somalia y Etiopía: «siempre nos guiamos por nuestros principios de unidad, soberanía e independencia de los países, incluida Somalia».

Asimismo, en una reunión extraordinaria celebrada en Uganda el pasado 18 de enero, los líderes de la IGAD —un bloque regional formado por ocho países de África oriental, incluidos Etiopía y Somalia— insistieron en que cualquier acuerdo con Somalilandia debía contar con el consentimiento del Gobierno Federal de Somalia. Por su parte, la Unión Africana pidió «moderación» y un «diálogo significativo» a una disputa que tiene un «potencial impacto adverso en la paz, la seguridad y la estabilidad de la región», al tiempo que reafirmó su firme compromiso con la preservación de la integridad territorial de todos los estados miembros. En el mismo sentido, y tras conocerse la firma del acuerdo, la UE destacó en un comunicado «la importancia de respetar la unidad, la soberanía y la integridad territorial de la República Federal de Somalia de conformidad con su Constitución, las Cartas de la Unión Africana y las Naciones Unidas», que es un aspecto «clave para la paz y la estabilidad de toda la región del Cuerno de África».

A nivel nacional, destaca el apoyo firme de EEUU a Somalia. El Consejo de Seguridad Nacional dijo que Washington estaba trabajando con socios en la región, incluida la Unión Africana y la IGAD, para presionar contra el memorando de entendimiento no vinculante: «como hemos dicho muchas, muchas veces, apoyamos la soberanía de Somalia, su integridad territorial, y tiene que ser respetada» y este acuerdo «amenaza con interrumpir la lucha que los somalíes, los africanos y los socios internacionales regionales, incluidos nosotros, están librando contra [el grupo terrorista] Al Shabaab».

También Turquía, que tiene una presencia destacada en Somalia, declaró su «compromiso con la unidad, la soberanía y la integridad territorial» del país. Mientras, el presidente de Egipto, Abdul Fattah al-Sisi, afirmó que no permitirá ninguna amenaza a Somalia ni a su seguridad, y recordó a Etiopia que «tratar de apoderarse de un pedazo de tierra para controlarlo es algo con lo que nadie estará de acuerdo», subrayando que la cooperación en el desarrollo regional era una mejor estrategia. Al respecto, el gobierno etíope rechazó las declaraciones de Egipto, ya que el memorándum solo se trata de un acuerdo comercial destinado a asegurar el acceso al mar y no un intento de anexar tierra.
 

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