23/06/2022
7 min lectura
Mali: extensión del periodo de transición y creciente aislamiento internacional
23 de junio 2022
Desde el golpe de Estado de agosto de 2020, Mali está sumido en un largo periodo de transición política. Desde entonces, dos juntas militares se han sucedido en el poder, mientras que el retorno de un gobierno civil se sigue retrasando. Este proceso nacional está enmarcado en un creciente aislamiento internacional, un progresivo acercamiento a Rusia y, por último, un constante deterioro de la situación de seguridad, provocado tanto por el terrorismo yihadista como por la violencia comunitaria.
En Mali, la junta militar en el poder ha decidido volver a dilatar el periodo transitorio otros 24 meses a partir del pasado 26 de marzo. Con esta decisión, Mali no volverá a celebrar elecciones democráticas hasta marzo de 2024, lo que significará que el país esté más de tres años y medio dirigido por un gobierno militar desde la primera asonada golpista en 2020.
Tras este golpe de Estado, las autoridades malienses acordaron un periodo de transición de 18 meses, aceptado por la Comunidad Económica de los Estados del África Occidental (CEDEAO). Sin embargo, en mayo de 2021 se produjo una segunda asonada militar, que instauró una nueva junta militar liderada por el coronel Assimi Goita. Aunque inicialmente se comprometieron a cumplir con el periodo transitorio, pronto manifestaron su pretensión de ampliarlo, como demuestra la hoja de ruta presentada en enero de este 2022, que contemplaba la posibilidad de extender la transición hasta 5 años. Una decisión que fue rechazada radicalmente por la CEDEAO, que acordó sanciones —todavía vigentes— contra Mali.
Fractura regional en el ámbito político y de seguridad
A pesar de todo, la junta militar de Mali y la CEDEAO mantuvieron las negociaciones para establecer una hoja de ruta hacia el final del periodo de transición. Sin embargo, la última ampliación de 24 meses ha provocado un nuevo varapalo para la organización regional. Como pretexto, la junta militar defiende que, con esta extensión, tendrá un “tiempo razonable” para implementar las reformas que necesita el país antes de un gobierno civil. Para cumplir con estos objetivos, las autoridades malienses trabajan en una nueva ley electoral y en la redacción de una nueva Constitución. Así, el pasado 10 de junio, se instauró una Comisión para la redacción de la Constitución, que cuenta con un plazo de dos meses para presentar un primer borrador. Por su parte, el Consejo Nacional de la Transición aprobó, el pasado 17 de junio, el proyecto de ley electoral adoptado en Consejo de Ministros a finales de 2021.
Tras esta nueva deriva maliense, en su última cumbre extraordinaria sobre la situación en Mali, Burkina Faso y Guinea, la CEDEAO rechazó la nueva ampliación del periodo de transición, por haberse decidido sin previo aviso y en medio de unas negociaciones entre ambas partes. Por ello, la CEDEAO decidió mantener las sanciones impuestas a Mali, así como la suspensión de su membresía, hasta la celebración de su siguiente cumbre prevista para el 3 de julio.
Por otro lado, a mediados de mayo, las autoridades malienses anunciaron su retirada de las instituciones del G5 Sahel, incluida la Fuerza Conjunta G5 Sahel (FC-G5S), una decisión que han lamentado tanto la UE como la ONU. Este grupo regional —creado en 2014 por Burkina Faso, Chad, Mali, Mauritania y Níger— respondía a la necesidad de reforzar la cooperación e integración regional para responder a desafíos comunes, especialmente la violencia yihadista.
Según el presidente de Níger, Mohamed Bazoum, con esta decisión «el G5 Sahel ha muerto», y preocupa las consecuencias del creciente aislamiento de Mali para la región. A pesar de ello, Mali sigue dispuesto a mantener su decisión. Así, a partir del 30 de junio, se espera que finalice su participación en todos los órganos e instancias del G5 Sahel, y que retire sus fuerzas militares desplegadas en las fronteras con los países limítrofes (Mauritania, Níger, Burkina Faso y Chad) en el marco de la FC-G5S.
Repunte de la violencia yihadista y violaciones de derechos humanos
En los tres primeros meses del año, se han multiplicado exponencialmente las muertes de civiles y las violaciones de derechos humanos en Mali. En este periodo, el número de civiles afectados por actos de violencia (muertes, desapariciones, heridos y detenciones ilegales) han aumentado un 151% respecto al último trimestre de 2021.
Ante esta situación, el secretario general de la ONU ha advertido de que la violencia se está expandiendo a nivel regional: «África subsahariana representó el 48% de las muertes atribuidas a grupos terroristas en todo el mundo el año pasado. Grupos como Al Qaeda, Daesh y sus afiliados siguen creciendo en el Sahel y haciendo incursiones en África central y meridional. Están explotando los vacíos de poder, las luchas interétnicas de larga data, las debilidades internas y las fragilidades estatales».
Si bien los principales actos de violencia son perpetrados por JNIM y EIGS —que siguen extendiendo su control territorial—, así como por milicias comunitarias, Naciones Unidas denuncia el aumento de las violaciones de derechos humanos imputables a las fuerzas militares malienses, a veces apoyados por «elementos militares extranjeros».
Esta semana, una nueva masacre yihadista en la región central del país se saldó con más de 132 personas asesinadas en la región central de Bankass, según confirmaron las autoridades malienses,. Estos ataques contra la población local —perpetrados los días 18 y 19 de junio— evidencian el colapso de la seguridad en el que se encuentra Mali; y también que la violencia yihadista se está extendiendo desde el norte al resto del país. Ante esta alarmante situación, el secretario general de Naciones Unidas ha vuelto a pedir a las autoridades malienses que «redoblen sus esfuerzos para restablecer la paz y la estabilidad» en el país.
El futuro de la MINUSMA
En la actualidad, el Consejo de Seguridad de la ONU debate la ampliación del mandato de la Misión de Naciones Unidas en Mali (MINUSMA), y tiene previsto votar la renovación de su mandato el próximo 29 de junio. En su intervención, Francia subrayó que, ante la dramática situación que atraviesa el país, «Mali todavía necesita a la MINUSMA». Además, solicitó a las autoridades de la transición que asuman sus responsabilidades, cesen los obstáculos a las actividades de la misión y mantengan el diálogo con la CEDEAO. En el mismo sentido, EEUU lamentó las violaciones de derechos humanos, las campañas de desinformación contra MINUSMA; y volvió a denunciar la presencia del Grupo Wagner en Mali, así como sus persistentes abusos contra los derechos humanos de la población.
Por su parte, Rusia subrayó su cooperación militar con Mali en la lucha contra el terrorismo. Asimismo, denunció la falta de pruebas en las denuncias sobre violaciones de derechos humanos por parte del ejercito maliense con el apoyo de instructores rusos.
La Unión Europea: situación, futuros y España
Ante la deriva política y militar de Mali, junto a su creciente acercamiento a Rusia, la UE ha suspendido las actividades de entrenamiento de la misión de Entrenamiento de la UE (EUTM Mali), aunque —por el momento— mantiene sus cometidos de asesoramiento. Con todo, se prevé una revisión estratégica de las misiones EUTM Mali y EUCAP Sahel Mali, así como una reducción importante del contingente de la misión, del que España aporta el mayor número de efectivos.
Por su parte, Francia continúa con la restructuración de la operación Barkhane y pretende reorganizar su dispositivo militar en otros países de la región del Sahel Occidental. En 2021, Francia finalizó la entrega a las fuerzas malienses de las tres bases de Barkhane más al norte de Mali; y este año ya se han transferido las bases de Gossi (19 de abril) y Menaka (13 de junio). En este contexto de retirada total de Mali, se espera que la última base militar francesa en Gao sea transferida a las fuerzas malienses a finales de verano.
23 de junio 2022
Desde el golpe de Estado de agosto de 2020, Mali está sumido en un largo periodo de transición política. Desde entonces, dos juntas militares se han sucedido en el poder, mientras que el retorno de un gobierno civil se sigue retrasando. Este proceso nacional está enmarcado en un creciente aislamiento internacional, un progresivo acercamiento a Rusia y, por último, un constante deterioro de la situación de seguridad, provocado tanto por el terrorismo yihadista como por la violencia comunitaria.
En Mali, la junta militar en el poder ha decidido volver a dilatar el periodo transitorio otros 24 meses a partir del pasado 26 de marzo. Con esta decisión, Mali no volverá a celebrar elecciones democráticas hasta marzo de 2024, lo que significará que el país esté más de tres años y medio dirigido por un gobierno militar desde la primera asonada golpista en 2020.
Tras este golpe de Estado, las autoridades malienses acordaron un periodo de transición de 18 meses, aceptado por la Comunidad Económica de los Estados del África Occidental (CEDEAO). Sin embargo, en mayo de 2021 se produjo una segunda asonada militar, que instauró una nueva junta militar liderada por el coronel Assimi Goita. Aunque inicialmente se comprometieron a cumplir con el periodo transitorio, pronto manifestaron su pretensión de ampliarlo, como demuestra la hoja de ruta presentada en enero de este 2022, que contemplaba la posibilidad de extender la transición hasta 5 años. Una decisión que fue rechazada radicalmente por la CEDEAO, que acordó sanciones —todavía vigentes— contra Mali.
Fractura regional en el ámbito político y de seguridad
A pesar de todo, la junta militar de Mali y la CEDEAO mantuvieron las negociaciones para establecer una hoja de ruta hacia el final del periodo de transición. Sin embargo, la última ampliación de 24 meses ha provocado un nuevo varapalo para la organización regional. Como pretexto, la junta militar defiende que, con esta extensión, tendrá un “tiempo razonable” para implementar las reformas que necesita el país antes de un gobierno civil. Para cumplir con estos objetivos, las autoridades malienses trabajan en una nueva ley electoral y en la redacción de una nueva Constitución. Así, el pasado 10 de junio, se instauró una Comisión para la redacción de la Constitución, que cuenta con un plazo de dos meses para presentar un primer borrador. Por su parte, el Consejo Nacional de la Transición aprobó, el pasado 17 de junio, el proyecto de ley electoral adoptado en Consejo de Ministros a finales de 2021.
Tras esta nueva deriva maliense, en su última cumbre extraordinaria sobre la situación en Mali, Burkina Faso y Guinea, la CEDEAO rechazó la nueva ampliación del periodo de transición, por haberse decidido sin previo aviso y en medio de unas negociaciones entre ambas partes. Por ello, la CEDEAO decidió mantener las sanciones impuestas a Mali, así como la suspensión de su membresía, hasta la celebración de su siguiente cumbre prevista para el 3 de julio.
Por otro lado, a mediados de mayo, las autoridades malienses anunciaron su retirada de las instituciones del G5 Sahel, incluida la Fuerza Conjunta G5 Sahel (FC-G5S), una decisión que han lamentado tanto la UE como la ONU. Este grupo regional —creado en 2014 por Burkina Faso, Chad, Mali, Mauritania y Níger— respondía a la necesidad de reforzar la cooperación e integración regional para responder a desafíos comunes, especialmente la violencia yihadista.
Según el presidente de Níger, Mohamed Bazoum, con esta decisión «el G5 Sahel ha muerto», y preocupa las consecuencias del creciente aislamiento de Mali para la región. A pesar de ello, Mali sigue dispuesto a mantener su decisión. Así, a partir del 30 de junio, se espera que finalice su participación en todos los órganos e instancias del G5 Sahel, y que retire sus fuerzas militares desplegadas en las fronteras con los países limítrofes (Mauritania, Níger, Burkina Faso y Chad) en el marco de la FC-G5S.
Repunte de la violencia yihadista y violaciones de derechos humanos
En los tres primeros meses del año, se han multiplicado exponencialmente las muertes de civiles y las violaciones de derechos humanos en Mali. En este periodo, el número de civiles afectados por actos de violencia (muertes, desapariciones, heridos y detenciones ilegales) han aumentado un 151% respecto al último trimestre de 2021.
Ante esta situación, el secretario general de la ONU ha advertido de que la violencia se está expandiendo a nivel regional: «África subsahariana representó el 48% de las muertes atribuidas a grupos terroristas en todo el mundo el año pasado. Grupos como Al Qaeda, Daesh y sus afiliados siguen creciendo en el Sahel y haciendo incursiones en África central y meridional. Están explotando los vacíos de poder, las luchas interétnicas de larga data, las debilidades internas y las fragilidades estatales».
Si bien los principales actos de violencia son perpetrados por JNIM y EIGS —que siguen extendiendo su control territorial—, así como por milicias comunitarias, Naciones Unidas denuncia el aumento de las violaciones de derechos humanos imputables a las fuerzas militares malienses, a veces apoyados por «elementos militares extranjeros».
Esta semana, una nueva masacre yihadista en la región central del país se saldó con más de 132 personas asesinadas en la región central de Bankass, según confirmaron las autoridades malienses,. Estos ataques contra la población local —perpetrados los días 18 y 19 de junio— evidencian el colapso de la seguridad en el que se encuentra Mali; y también que la violencia yihadista se está extendiendo desde el norte al resto del país. Ante esta alarmante situación, el secretario general de Naciones Unidas ha vuelto a pedir a las autoridades malienses que «redoblen sus esfuerzos para restablecer la paz y la estabilidad» en el país.
El futuro de la MINUSMA
En la actualidad, el Consejo de Seguridad de la ONU debate la ampliación del mandato de la Misión de Naciones Unidas en Mali (MINUSMA), y tiene previsto votar la renovación de su mandato el próximo 29 de junio. En su intervención, Francia subrayó que, ante la dramática situación que atraviesa el país, «Mali todavía necesita a la MINUSMA». Además, solicitó a las autoridades de la transición que asuman sus responsabilidades, cesen los obstáculos a las actividades de la misión y mantengan el diálogo con la CEDEAO. En el mismo sentido, EEUU lamentó las violaciones de derechos humanos, las campañas de desinformación contra MINUSMA; y volvió a denunciar la presencia del Grupo Wagner en Mali, así como sus persistentes abusos contra los derechos humanos de la población.
Por su parte, Rusia subrayó su cooperación militar con Mali en la lucha contra el terrorismo. Asimismo, denunció la falta de pruebas en las denuncias sobre violaciones de derechos humanos por parte del ejercito maliense con el apoyo de instructores rusos.
La Unión Europea: situación, futuros y España
Ante la deriva política y militar de Mali, junto a su creciente acercamiento a Rusia, la UE ha suspendido las actividades de entrenamiento de la misión de Entrenamiento de la UE (EUTM Mali), aunque —por el momento— mantiene sus cometidos de asesoramiento. Con todo, se prevé una revisión estratégica de las misiones EUTM Mali y EUCAP Sahel Mali, así como una reducción importante del contingente de la misión, del que España aporta el mayor número de efectivos.
Por su parte, Francia continúa con la restructuración de la operación Barkhane y pretende reorganizar su dispositivo militar en otros países de la región del Sahel Occidental. En 2021, Francia finalizó la entrega a las fuerzas malienses de las tres bases de Barkhane más al norte de Mali; y este año ya se han transferido las bases de Gossi (19 de abril) y Menaka (13 de junio). En este contexto de retirada total de Mali, se espera que la última base militar francesa en Gao sea transferida a las fuerzas malienses a finales de verano.