Terrorismo en el Sahel Occidental
16 de julio 2021
Continúa en aumento la violencia yihadista en la región del Sahel Occidental, así como el número de atentados terroristas, que ha alcanzado un nuevo récord en el mes de mayo con un total de 106. La situación es especialmente preocupante en Mali, Burkina Faso y Níger: en junio, el 80% de los ataques registrados en el Sahel tuvieron lugar en la zona denominada “triple frontera”. JNIM (Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes, coalición afín a Al Qaeda) y EIGS (filial de Daesh en el Gran Sáhara) continúan siendo los grupos terroristas más activos en el Sahel, y afianzan su rivalidad con enfrentamientos abiertos por detentar el poder yihadista en la región. Por otro lado, la pandemia de la COVID-19 ha afectado a la amenaza terrorista debido al desvío de recursos y esfuerzos para combatir sus consecuencias en detrimento de la lucha antiterrorista.
Situación del terrorismo en el Sahel
Burkina Faso registra sus peores cifras en abril y mayo, con 22 y 37 atentados respectivamente, confirmándose así la espiral de violencia que enfrenta el país. La mayoría de los ataques se registran en el norte, centro-norte y este, en la región fronteriza con Mali y Níger. El 5 de junio, tuvieron lugar dos ataques en Solhan (noreste del país, frontera con Níger), en el que fueron asesinadas entre 130 y 160 personas, y se convirtieron en los atentados yihadistas más graves registrados en el país. En Mali, la amenaza terrorista continúa siendo muy alta, con un número similar de ataques terroristas registrados en abril (26), mayo (26) y junio (25) —las peores cifras desde que se hacen balances cuantitativos—. Por su parte, Mauritania no ha sufrido un ataque terrorista desde 2011, y puede considerarse entre los países seguros de la zona. En Níger, debido a la situación de amenaza actual, el gobierno prorroga el Estado de Alarma cada tres meses en las zonas especialmente golpeadas por el terrorismo.
Expansión del terrorismo e impacto en la población
Tanto JNIM como EIGS continúan su expansión por el Sahel Occidental, aunque actúan principalmente en Níger, Mali y Burkina Faso. Se registra una creciente presencia de grupos terroristas en las fronteras de Mali y de Burkina Faso con Guinea, Senegal, Benín y Costa de Marfil: una situación que consolida la creciente propagación del yihadismo a países vecinos. En el caso de Níger, se registra una degradación de la situación de seguridad en la frontera con Nigeria.
Las milicias terroristas también siguen aprovechando los conflictos y la violencia intercomunitaria para afianzar su posición, obtener recursos, reafirmar su influencia y ampliar su campo de acción. Tanto JNIM como EIGS compiten por la lealtad de los grupos locales, llevan a cabo ataques contra la población civil, y combaten entre ellos. En Burkina Faso, se ha incrementado la violencia entre agricultores y pastores, mientras que en Mali aumentan los enfrentamientos entre cazadores y grupos armados. Se estima que alrededor de 18.000 personas han huido de sus hogares debido a los ataques terroristas de grupos yihadistas en el norte y el este de Burkina Faso.
Reacciones sociales
En Mali, la población sigue mostrando su descontento por la presencia de Francia en el país y se reproducen las protestas en Aguelhok para exigir que se reubique la base de la MINUSMA sita en la localidad, al considerar representa una amenaza para su seguridad al ser un objetivo permanente de la violencia terrorista.
Por su parte, Burkina Faso registra, en las últimas semanas, nuevas protestas sociales para denunciar el incremento de la inseguridad en todo país y demandar una actuación más contundente del gobierno. La oposición ha solicitado la dimisión del primer ministro y del ministro de defensa debido a la situación de inseguridad; y, además, ha suspendido el diálogo político iniciado con el Gobierno por «su incapacidad para garantizar la seguridad de la población». En este convulso contexto político, el presidente ha llamado a la unidad frente al terrorismo y ha aprobado la creación de una unidad de fuerzas especiales dentro del Ejército.
En fechas recientes, Francia anunció el fin de la operación Barkhane, aunque no su retirada total de la región, sino la transformación hacia operaciones de apoyo y formación, a nivel regional. En este sentido, el 9 de julio Macron ha declarado que empezará a cerrar las bases situadas en el norte de Mali a finales de 2021 —por la propagación de la amenaza terrorista hacia el sur— y que mantendrá entre 2.500 y 3.000 efectivos, de los 5.100 desplegados en la actualidad.