El informe, publicado esta semana, proporciona una visión general de las principales acciones que ha realizado la OTAN durante 2016 para la protección de sus ciudadanos y la proyección de estabilidad. Además, contempla las actuaciones llevadas a cabo en el ámbito del diálogo, la disuasión y la defensa; la mejora de capacidades; la lucha contra el terrorismo; el impulso del papel de la mujer en los ámbitos de la seguridad y de la paz; así como la adaptación de la Alianza a los nuevos riesgos y amenazas.
En relación a los nuevos retos, el informe resalta que en ningún momento desde el final de la guerra fría, la OTAN ha tenido que enfrentarse a mayores desafíos en el ámbito de la seguridad, que a los que afronta hoy en día.
Durante sus primeros 40 años de historia, la Alianza se ha centrado en la defensa colectiva y tras la caída del muro de Berlín focalizó su esfuerzo en operaciones de gestión de crisis dentro y fuera del área euroatlántica (mantenimiento de la paz en los Balcanes occidentales, lucha contra el terrorismo en Afganistán y lucha contra la piratería en el cuerno de África).
Sin embargo, en los últimos años ha tenido que responder a una serie de nuevos retos que la han obligado a contemplar de nuevo la defensa colectiva. Además, y como parte de un enfoque global a la seguridad colectiva, ha tenido que mejorar su transparencia y reducir el riesgo del deterioro de la situación de seguridad, mediante el restablecimiento del diálogo con Rusia en el ámbito del Consejo OTAN-RUSIA.
Para que la Alianza pueda cumplir con su propósito de salvaguardar la libertad y seguridad de todos sus miembros, es necesario comprender el cambiante entorno de la situación de seguridad, acordar políticas sobre cómo abordar los nuevos desafíos y amenazas, invertir en las capacidades necesarias para implementar esas políticas y decidir cuándo es necesaria su utilización.
En este sentido, destaca que para proporcionar un alto nivel de seguridad se requiere no sólo de una sólida posición de la Alianza en el ámbito de la disuasión y defensa, sino también la capacidad de proyectar estabilidad y fortalecer la seguridad más allá de sus fronteras, lo cual implica llevar a cabo misiones de mantenimiento de la paz, actividades de entrenamiento y apoyo a países como Irak o Afganistán, y el fomento de las relaciones con países socios de todo el mundo.
El Informe pone en valor que el despliegue por tierra, mar y aire de decenas de miles de hombres y mujeres de los países miembros durante 2016 ha posibilitado la participación de la OTAN en diferentes operaciones de seguridad, maniobras militares o misiones de entrenamiento.
Por otra parte, y en relación al concepto de defensa moderna de la OTAN, indica que se ha trabajado en la eficaz combinación de avanzados sistemas de armas interoperables y fuerzas entrenadas para trabajar conjuntamente. Además, se ha avanzado en la adaptación de los procedimientos y estructuras para ser capaz de responder de forma eficaz a cualquier amenaza. También destaca la importancia tanto del incremento de las inversiones por parte de los aliados en defensa, como que los fondos se destinen a la adquisición de las capacidades adecuadas.
Finalmente, el informe destaca el papel de la mujer en la OTAN, recordando que en la Cumbre de Varsovia celebrada en julio de 2016, los Jefes de Estado y de Gobierno reiteraron su convicción de que el reforzamiento del papel de las mujeres hace a la Alianza más fuerte. Si la paz tiene que ser sostenible, debe ser inclusiva. En este sentido, la OTAN y sus socios han trabajado unidos para promover el papel de las mujeres en el ámbito de la paz y la seguridad, como parte de su compromiso con la aplicación de la Resolución 1325 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.