Texto íntegro del artículo publicado por el Director del Departamento de Seguridad Nacional.
La Seguridad Nacional
Alfonso de Senillosa
Director del Departamento de Seguridad Nacional y Director Adjunto del Gabinete de la Presidencia del Gobierno
Los españoles podemos estar orgullosos de un gran logro: vencer, todos juntos, la peor crisis económica de nuestra democracia. En los últimos tiempos vemos, sin embargo, que el término crisis bien puede referirse a un escenario global que no es ajeno a convulsiones. Del Daesh a las ciberamenazas, las sociedades abiertas como la española seguimos encontrando desafíos nuevos, sin que por ello nos abandonen riesgos de siempre como las catástrofes naturales.
Estos últimos meses lo hemos vuelto a ver con crudeza. Atentados como los de Francia nos han hecho apreciar más que nunca un bien básico y fundamental para nuestras vidas y las de nuestras familias: la seguridad. Un concepto que no tiene nada de abstracto. Todo lo contrario: la seguridad es la protección de lo que más queremos, la garantía de que nadie va a interferir con lo que más valoramos; en definitiva, la certeza de que no se va a alterar esa manera de vivir de la que gozamos y que tanto nos ha costado conseguir. La seguridad, hoy, pasa por no sacrificar nada de lo que da sentido a nuestras vidas.
Desde este punto de vista, la pregunta, por tanto, es imperativa: ¿podemos los españoles sentirnos seguros? Ciertamente, no existen ni el riesgo cero ni la seguridad absoluta. Pero por eso mismo es más necesario que nunca hablar del extraordinario trabajo que lleva a cabo el Sistema de Seguridad Nacional bajo el liderazgo del presidente Mariano Rajoy. Un presidente que ha impulsado, con tanto empeño político como convicción personal, la implantación en España de una política de Seguridad Nacional con carácter de política de Estado y en pie de igualdad con las naciones más avanzadas en este campo.
No es esta la tribuna para detallar la estructura del Sistema de Seguridad Nacional. Pero sí quisiera resaltar que los trabajos en esta materia comenzaron con el primer día de Gobierno. Y que esta labor se ha sustanciado, en primer lugar, en la adecuación de nuestra comprensión de la Seguridad Nacional a los nuevos riesgos y amenazas del mundo de hoy. En nuestros días, en efecto, las necesarias labores de prevención, coordinación y respuesta requieren de un enfoque multicomprensivo y global. De ahí la participación de distintos ministerios y organismos públicos en el Consejo de Seguridad Nacional, órgano colegiado del Ejecutivo para asesorar al Presidente del Gobierno y dirigir y coordinar la gestión de crisis. Y de ahí también la suma necesaria de las Comunidades Autónomas en este reto integrador, o el refuerzo pionero de la colaboración público-privada. Y, hablando de sumas, hay otra implicación que quisiera destacar: la constante voluntad de consenso y acuerdo que ha mostrado el PSOE en esta gran política de Estado.
Sin este entendimiento no se entenderían, por ejemplo, las Estrategias de Seguridad sectoriales que guían nuestra labor; los Informes de Seguridad Nacional, que, con carácter anual, dan cuenta de ella ante las Cortes, o la recién creada Comisión Mixta Congreso-Senado de Seguridad Nacional. Y, ante todo, tampoco se entendería el gran hito de estos años: la aprobación, en 2015, de la Ley de Seguridad Nacional.
Hablamos de un paso definitivo para potenciar las capacidades del Estado en la respuesta a desafíos de índole muy diversa, que pueden poner en riesgo la seguridad y el bienestar de los españoles o los principios del Estado de Derecho. Junto a las acciones más visibles de coordinación, respuesta y gestión de crisis lamentablemente bien conocidas –de los desastres naturales a la amenaza terrorista-, ahora disponemos de un instrumento particularmente eficaz en la lucha ante retos novedosos como la ciberdelincuencia, la vulnerabilidad energética o la proliferación de armas de destrucción masiva, entre otros. Diversos retos de entre los citados, debo señalar, cuentan ya con sus respectivas Estrategias –en concreto, Ciberseguridad, Seguridad Marítima y Seguridad Energética- y sus Consejos sectoriales, integrados por reconocidos especialistas en sus materias.
Es cierto que hemos avanzado mucho. Los españoles han podido ver la capacidad de gestión de crisis que, bajo el liderazgo del presidente Rajoy, ha demostrado el Departamento de Seguridad Nacional. Y, sin duda, representa una excelente noticia para todos que la Seguridad Nacional sea siempre objeto de examen en los habituales despachos entre S. M. el Rey y el Presidente del Gobierno.
No obstante, si es cierto que hemos recorrido camino, como aquí se ha dicho, también es cierto que queda mucho por hacer en este proyecto compartido entre las Administraciones y la sociedad. Y aquí la pedagogía es un aspecto clave porque, por una tendencia lógica, las sociedades más seguras piensan menos en seguridad, y eso hace que sean más vulnerables. Para España, además, también es necesario superar el paradigma de un gran país al que su sociedad no valora. Y esta es una contradicción que nos debe hacer reflexionar. Porque solamente apreciando lo que somos y lo que tenemos estaremos en condiciones de protegerlo. Este es el fundamento de la Seguridad Nacional.